La magia del interés compuesto




Es importante  empezar a invertir los ahorros cuanto antes, por el efecto multiplicador del interés compuesto a lo largo del tiempo. Sin embargo, es algo que no se aprecia a simple vista la importancia que tiene realmente. 

Por alguna razón cuando buscamos rentabilizar nuestro dinero, tenemos la curiosa manía de pensar en corto plazo o muy corto plazo.  Es lo que podríamos llamar como Interés simple.

Es un pequeño detalle que delata cierta incultura financiera. Y que es propia de muchos ahorradores, que únicamente se limitan a buscar un interés a plazo a un año o un rendimiento rápido a corto arriesgando su dinero, sometiendo a fiscalización la rentabilidad obtenida. Y restándole fuerza, a la reinversión de los rendimientos.

Un interés simple es por tanto, el rendimiento anual que genera un capital, sin reinvertir esos beneficios que se van generado periodo a periodo. Por poner un ejemplo, si inviertes 100.000€ a un 10% al año durante 10 años, recibes 10.000€ cada año, durante cinco años. Por lo que al final obtendrías una suma de 100.000€ de intereses y el principal de 100.000€.

En el interés compuesto, los rendimientos que se obtienen año a año, se suman al principal aumentando la base para el cálculo de los rendimientos del año siguiente y así sucesivamente a lo largo del tiempo que extendamos el proceso. Siguiendo con el ejemplo anterior, en el primer año el rendimiento coincide, pero al ir adicionando el rendimiento al capital base, al final de los 10 años, tenemos 159.374€ de intereses y 100.000€ de principal. Es decir, un 60% más que si aplicamos un interés simple.

Con intereses bajos y en plazos de tiempo no muy largos, cuesta percibir la potencia que tiene el factor de la reinversión.